SU ÚLTIMA ACTUACIÓN

Era la última actuación. Su violín aguardaba como siempre que sus manos lo hicieran vibrar. Sería la despedida de su carrera, y parecía que fue ayer cuando su pequeña mandíbula sostenía aquel primer violín que casualmente le regalaron. Desde muy niño había disfrutado del placer de tocar, la música era todo su mundo, vivía para ella, era su gran pasión, su amor. Se sentía algo nervioso aquella noche. Entre bastidores se asomó un poquito por las cortinas y vio el auditorio con todas las localidades ocupadas, incluso los palcos estaban llenos. Respiro hondo, quería empaparse de ese olor, de esa visión que jamás se repetiría. Por un momento se sintió en la cima del mundo, había conseguido lo que nadie imaginaba cuando apenas hacía diez años tocaba en las calles y en el metro para sacar algún dinero. El rostro de aquella hermosa chica con la que compartió unos meses de su vida en el conservatorio, le vino a la memoria. Quizás fue la única mujer a quien amó verdaderamente. Ahora ella estaba muy lejos, en su país, seguramente casada y con hijos. Apretó con fuerza su mano para detener aquel ligero temblor y pensó que las pastillas del doctor ya debían haberle hecho efecto. Sintió miedo, no quería defraudar a su público. Tan sólo faltaban unos minutos para su actuación y pensó que daría cualquier cosa para que su mano no temblara, incluso aquellos meses de vida que le quedaban. Nadie sabía el terrible diagnóstico del especialista, tan sólo lo compartió con su violín. Con él entre las manos se sintió más tranquilo, respirando hondo miro al frente mientras ante él se alzaba por última vez el telón.