
Su mirada hasta ahora siempre oculta
me impactó, me entristeció,
me desarmó.
Fue entonces cuando vi que esos ojos negros
reflejaban una tristeza penetrante
entremezclada con un halo de frialdad
y un cansancio acumulado a través de los años
que probablemente arrastrarán
hasta el final de su vida.
Fue entonces cuando se hizo para mí
mucho más palpable ese tremendo esfuerzo,
esa constante lucha que me trataba de trasmitir,
ese dolor resignado y oculto ante los demás
que siempre me resultó desgarrador.
Fue entonces cuando le vi en ese pozo negro
que él me relataba,
batiendo sin descanso brazos y piernas
entre aguas congeladas
para no hundirse una vez más.
Vi su mundo pasado sumergido
en el más profundo, cortante e infernal hielo;
lo percibí perdido en el espacio
unido por un fino hilo a una nave sin rombo
y empapado en la más absoluta soledad.