DÍA LLUVIOSO
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Llovía, llovía tan copiosamente como aquel día
y mi cabello humedecido tenía ese olor
sensualmente fresco
que en ti producía mil arrebatos de caricias.
Sentía esa sensación de placidez, de quietud,
mirando a través del las ventanas del coche
donde estaba refugiada,
viendo cómo las gotas de lluvia
escurrían cristal abajo,
de igual forma que se nos va escurriendo la vida,
escuchando una y otra vez su golpear.
Se precipitaban,
se estrellaban,
se herían contra el cristal
sin llegarme a rozar.
La gente apresuraba el paso por las calles
bajo sus gorros, sus gabardinas,
sus paraguas de colores,
mientras mi mirada perseguía
la figura del hombre que me acompañaba,
y que me dejo guarecida en su coche
aparcado en doble fila.
Su cuerpo se encorvaba
queriéndose proteger instintivamente
de la copiosa lluvia que caía
mojándole la chaqueta,
el rostro,
sus gafas sin parabrisas.
Al acercarse al coche me hizo un gesto afirmativo
indicándome que había conseguido la dirección
que salió a buscar,
le devolví una sonrisa agradecida,
pero mis ojos se arroparon de nostalgia:
ya no estaba en esa ciudad fría y amurallada
a la que tú me llevabas,
ya no rodábamos juntos por esa sinuosa carretera,
ya el tiempo y la distancia nos había separado,
y ya no olerías mi cabello humedecido por la lluvia
ni mi piel sentiría tus dulces caricias.
Fue en ese instante cuando me pregunté
si yo seguía siendo la misma.
y mi cabello humedecido tenía ese olor
sensualmente fresco
que en ti producía mil arrebatos de caricias.
Sentía esa sensación de placidez, de quietud,
mirando a través del las ventanas del coche
donde estaba refugiada,
viendo cómo las gotas de lluvia
escurrían cristal abajo,
de igual forma que se nos va escurriendo la vida,
escuchando una y otra vez su golpear.
Se precipitaban,
se estrellaban,
se herían contra el cristal
sin llegarme a rozar.
La gente apresuraba el paso por las calles
bajo sus gorros, sus gabardinas,
sus paraguas de colores,
mientras mi mirada perseguía
la figura del hombre que me acompañaba,
y que me dejo guarecida en su coche
aparcado en doble fila.
Su cuerpo se encorvaba
queriéndose proteger instintivamente
de la copiosa lluvia que caía
mojándole la chaqueta,
el rostro,
sus gafas sin parabrisas.
Al acercarse al coche me hizo un gesto afirmativo
indicándome que había conseguido la dirección
que salió a buscar,
le devolví una sonrisa agradecida,
pero mis ojos se arroparon de nostalgia:
ya no estaba en esa ciudad fría y amurallada
a la que tú me llevabas,
ya no rodábamos juntos por esa sinuosa carretera,
ya el tiempo y la distancia nos había separado,
y ya no olerías mi cabello humedecido por la lluvia
ni mi piel sentiría tus dulces caricias.
Fue en ese instante cuando me pregunté
si yo seguía siendo la misma.
18 Instantes:
aquí también fue un día lluvioso.. y muy bello,
saludos.. ;)
Obviamente ya no eras la misma Ana.
No sé si felicitarte o no por ello, por el post sí.
Besos.
Siempre evolucionamos pero aún y así mantenemos un algo de lo que fuimos.
Que bello llegar a tu casa y sentir el agradable aroma de tu jardín y la entrañable melodía de Benson.
Una rosa más para tu bello jardín.
Saludos
Ps) La música luce más sin agradecimientos, esos siempre se llevan en los sentimientos :-)
Y en un instante se transminan los sentimientos..los ojos que aprenden a mirar de frente,o de lado.. desde otro ángulo.
Se vuelven más sabios.
Más capaces de saberse encontrar entre todos los cambios!
=)
Te dejo un abrazo , amiga!
Besitos, saluditos..
*
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**
LA RENUENCIA A CONFIRMAR
QUE YA NO SOMOS LOS MISMOS
AUNQUE SEA LA MISMA LLUVIA ,
LA MISMA CALLE,
ALGO CAMBIÓ.....Y
SE NOTA-
BELLAS LETRAS ANA , TAMBIÉN LA MÚSICA Y LA ILUSTRACIÓN.
QUE TENGAS UN HERMOSO DÍA
BESOS MIL
ADAL
Un día lluvioso siempre desata más recuerdos. Mirar por la ventana mientras llueve me hace recordar muchos momentos vividos.
Siempre vamos cambiando pero seguimos siendo los que pasamos por esos momentos que tenemos grabados en la memoria y afloran con la lluvia o con tus palabras, amiga Ana.
Gracias! :)
que bella tu lluvia, llena de melancolia, lluvia de nostalgia, lluvia de caricias y no de gotas frias, lluvia de bellas palabras,lluvia de recuerdos,agua que cae en tu jardin de primavera.
un saludo.
Amiga Ana. Dicen que pronto podrán adivinarnos el pensamiento.
Tal vez así evitemos desengaños.
Un beso.
Los dias lluviosos tienen la magia de evocar sentimientos guardados.
Me he paseado por tu blog y me encanto, se nota que escribes desde el corazon.
Prometo pasarme por aqui de vez en cuando.
Un saludo.
Nada como la lluvia para exaltar los recuerdos.
La misma, no, no creo, cada desengaño o decepción a la que sobrevivimos, nos deja marcados...
Besos
Me gusta que llueva.
me duelen las tardes de lluvia sin ti.
Solo le faltan notas musicales a este post.
Preciosa lluvia la que describes. Siempre he adorado la nostalgica y romantica lluvia, como la que describes
ANA, LA LLUVIA ME TRAJO AQUÍ.
EN BUENOS AIRES ES UN DILUVIO POR ESTOS MOMENTOS.
TE SALUDO Y DESEO UNA HERMOSA SEMANA.
BESOS MIL
ADAL
Vengo a traerte mis recuerdos y un montón de besos.
Besitossss!
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...encantador tu blog!
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