sábado, agosto 13, 2005

ATARDECER



















Anaranjadas eran las tardes
de aquel verano en el mar.

El tiempo se dejaba
acariciar
hasta que tú
llegabas a la playa.

Sin gente, sin bullicio,
buscábamos nuestro
escondrijo
para hacer lo entonces
prohibido.

Tu mirada lánguida me
susurraba
en aquellas tardes
anaranjadas.