sábado, enero 14, 2012

UN DESTELLO LUNAR


Un destello lunar
vuelve a querer acompañarme
en estas noches de invierno,
pero a mis ojos ya no podrá brillar como antes
por llegar demasiado tarde.

Las amistades hay que alimentarlas,
hay que estar, hay que comunicar,
hay que responder
cuando se ve buena intención,

cuando no se hurga en heridas
causadas en otra guerra.
La indiferencia y la falta de confianza,
a la larga,
provocan la misma respuesta en los demás.

No pretendo pedir a un destello opaco,
a un destello dañado…,
que sienta afectos, si no puede hacerlo,
que mire la vida
bajo mi mismo prisma de racionalidad,
que explique cosas que tal vez
ni siquiera él comprende.

Acepté al destello opaco como era,
lo miré con ternura, con humor,
con comprensión,

a veces con cierta preocupación.
Disfruté de la compañía que me brindó
en momentos buenos y malos de ambos.

Por voluntad propia el destello opaco
se fue alejando de mí,
a favor de la brisa
que en ese momento
más le convenía.

Guerras ajenas se cruzaron por el medio
y la distancia temporal que él estableció
se prolongó mucho más de lo prudencial,
con un silencio hiriente,
reflejo de lo insignificante que soy para él,
pues aun sabiendo que el destello opaco
no puede sentir afectos,
su larga vida de aprendizaje y su inteligencia
le han provisto de habilidades que maneja
cuando considera.

Ahora la brisa sopla ligeramente hacia mí,
y el destello me lanza su luz,
pero un año es demasiado tiempo,
la vida es muy corta,
hay mil cosas por hacer,
la soledad también es buena amiga mía;
así que me temo que en prevención
de que cualquier día el viento sople
hacia otro lugar
y la historia se repita,

esta vez la que se aleja voy a ser yo.

lunes, enero 09, 2012

LOS REYES

Foto de Yein

Los Reyes, este año sin lluvia, me han traído el fin de la Navidad, con la alegría de una tregua en las tiranteces con ciertas personas de tu propia familia. Los malos momentos, las ofensas, o lo que uno toma como tal, suelen pesar más que los buenos ratos, las risas y la complicidad que hubo un día. La balanza se inclina hacia el lado negativo porque nosotros mismos lo inflamos con la subjetividad que nos proporciona el dolor. Pero por sorpresa te vuelves a encontrar en Reyes con el que faltaba en la cena, y te hace los guiños de siempre, te acaricia las manos mientras te cuenta su vida, te propone tratos de los que casi ni te enteras pero que aceptas, y al mirarle a los ojos ves en él aquel niño que te cuidaba, que se reía sin cesar contigo, que te acompañó en unos de los peores trances de tu vida diciendo y haciendo lo que en ese momento su juventud le permitía. Luego miras a su hermano que pone las mismas caras de siempre, pues parece que por él no pasan los años, y no puedes hacer otra cosa que sonreír. Te sorprendes cuando la persona más mayor que nos queda, sin llegar a ser anciana, narra con voz temblorosa por la emoción y los ojos humedecidos por las lágrimas una época en la que tú ni habías nacido. Aquel hecho que sucedió hace tanto tiempo en su infancia le provoca aún tanto sufrimiento que se te antoja que esa emoción a flor de piel corresponde, más que al suceso, al recuerdo de sí mismo cuando era un niño desprotegido, vulnerable, triste y desamparado al afrontar una pérdida que sin duda tuvo que ser dura para todos los hermanos.

En fin, cada uno tiene su maleta o su mochila con sus vivencias, sus historias, sus dramas y sus alegrías. Así que como la vida pasa en un soplo, intentaré ir a favor del viento, sin mirarme tanto el ombligo y cambiando de posición para no perderme ninguna perspectiva.

martes, enero 03, 2012

COMIENZO OTRO AÑO

Llegué a mi casa, ésa que no habito desde hace tantos años, me senté en la silla de antaño y justo enfrente apareciste tú. Tras tus gafas, esa mirada azulada que en silencio se posó sobre mis ojos, que por sorpresa me enmudeció, que en su momento no logré interpretar del todo. Ahora, cuando el futuro llegó, comprendo el cúmulo de pensamientos que encerraba, tantos que curiosamente su peso te hizo bajar la vista antes que a mí. Eras joven y ya cargabas con un gran peso para toda la vida. Yo aún lo era más; había cumplido 25 años, que ahora recuerdo en esa casa en el que el tiempo pasó inmóvil, condensado entre libros, exámenes, y unos instantes entre tu mirada y la mía, que han sobrevivido hasta hoy en mi memoria.

En el primer día del año me despertaron los niños alegres entrando en mi dormitorio. El día trascurrió entre comida familiar, ordenar cajones, fotos y recuerdos que me quise traer. Viaje de regreso, película infantil, cansancio y sueño, hasta que por la noche apareció él, mucho más cercano en el tiempo, pero más lejano en mis afectos que mi querido Ojos Azulados. Me sorprende infinitamente lo bien que estoy con él, la dulce paz que me produce estar a su lado, la sutileza con la que me seduce, cómo se cuela una y otra vez en mi subconsciente, el contraste que hay entre el sueño y la realidad porque una vez que despierto, él fue, es y será el Hombre Gris al que nunca quise en ningún sentido, ni admiré, ni despertó mi interés, pero que en sueños me sabe envolver tan bien...