domingo, abril 29, 2007

VIENES





Vienes a mí como una gran ola
en forma de letras
que me evocan esas iniciales iguales,
tuyas y mías,
que un verano dibujamos sobre esa arena 

que nunca fue nuestra.

Vienes cuando más vulnerable y frágil
me siento,
cuando con más fuerza
te pienso,
cuando me aguardan acontecimientos
que me producen inquietud o miedo,
cuando sólo encuentro cobijo
en los brazos de tu recuerdo.

Vienes impregnándome
de tu calidez y calidad humana,
de tu tristeza,
de tu madura inocencia;
de esa sabia humildad
que desde el principio me cautivó.

Y aún me emociono:
se me empañan los ojos
sin hacer ningún gesto,
noto cómo mi piel se estremece
al tacto de tu recuerdo.

Y aún sabiendo que ya estás
muy lejos
no puedo evitar sentirte por momentos
muy dentro.

viernes, abril 20, 2007

TIMIDEZ






















Qué alivio sentí al verte:
en ese momento fuiste mi héroe
y a partir de entonces
se me hizo imposible no quererte.

Como si de me conocieras
de toda la vida o de más de un día
me salvaste de mi propia timidez:
alejándome junto a ti
la dejé sentada en ese banco,
al lado de unas cámaras indiscretas
que nunca sabré porqué se fijaron en mí.

Aquella mañana te sentí muy cercano,
cómplice en gestos,
dulces sonrisas
y pícaras miradas;
tan pegadito estabas a mí…

No sé si sabrás que te quise aún más
cuando descubrí
que mi timidez daba la mano a la tuya
para salvar entre los dos
aquella inesperada situación…
que sin quererlo nos persiguió.

domingo, abril 08, 2007

CRUCE DE VIDAS POR TRES DÍAS

Guardaré los fotogramas
de la última semana,
esa primera impresión al verte,
tu enorme simpatía
que nos trajo la brillante luz
de Andalucía,
las bromas y risas compartidas,
tu paciencia e inexperiencia
al verte acorralado contra las cuerdas,
tu atractiva presencia
cuando hablabas con corbata
o sin ella,
los trazos de mi nombre 

escritos con más fuerza en la pizarra
por ser corto 

o tal vez por causarte mayor incordio,
esos preciosos ojos negros
conversando conmigo
en la cafetería,
la ternura de tus relatos,
nuestro viaje de ida y vuelta
en ascensor…

… Y pasaron tus tres días
de trabajo, de deberes realizados,
de vivencias compartidas.

Llegó la hora de tu partida
a la ciudad de Sevilla,
donde la gente camina
sin tanta prisa
y sin la mirada perdida,
llevándote tu libro de leyes
en la maleta,
tu atractiva presencia
y la luz de tu sonrisa.

Te vas con nuestros besos,
dejándonos esa dulce sensación
de haberte conocido,
y a mí el alivio de que nuestras vidas
tan sólo se cruzaran por tres días…