jueves, marzo 29, 2007

A VECES...


A veces…
cuando se te inunda el cuerpo
de sentimientos
y la piel se eriza,
expresar lo que estás viviendo
se convierte en tarea difícil.

Hoy sólo puedo sentir felicidad,
ese sol que a veces penetra 

en cada rincón de mi ser 
y me lleva flotando no sé a qué lugar.

A veces unos minutos 

se convierten en una maravillosa eternidad,
una conversación mirando unos ojos,
en un gran tesoro
que tan sólo se puede guardar
en el cajón de los sentimientos.

Hoy mis brazos no son lo suficientemente largos
para abrazarte,
para consolarte por ese largo sufrimiento
que día tras días has padecido,
ni la luz de mi admiración por ti
puede borrar la oscuridad de la muerte
que ha rozado cruelmente tu pecho.

A veces la complicidad
que siempre he tenido contigo
me ha ayudado a caminar por tierras baldías,
a no sentirme sola entre la mediocridad.

Hoy es un gran día 

porque tu risa ha acompañado a la mía 
como antes hacía,
porque sabes que a pesar de todas esas secuelas
sólo miro allí donde estás,
al hombre de siempre:
mi compañero, mi amigo,
mi ejemplo de cada día.

A veces imagino que tengo un fino hilo atado a mí,
a lo que soy y a lo que fui,
a esas personas que nunca soportaré perder,
ésas que ocurra lo que ocurra jamás olvidaré.

martes, marzo 13, 2007

DÍA LLUVIOSO


Llovía, llovía tan copiosamente como aquel día
y mi cabello humedecido tenía ese olor
sensualmente fresco
que en ti producía mil arrebatos de caricias.

Sentía esa sensación de placidez, de quietud,
mirando a través del las ventanas del coche
donde estaba refugiada,
viendo cómo las gotas de lluvia
escurrían cristal abajo,
de igual forma que se nos va escurriendo la vida,
escuchando una y otra vez su golpear.
Se precipitaban,
se estrellaban,
se herían contra el cristal
sin llegarme a rozar.

La gente apresuraba el paso por las calles
bajo sus gorros, sus gabardinas,
sus paraguas de colores,
mientras mi mirada perseguía
la figura del hombre que me acompañaba,
y que me dejo guarecida en su coche
aparcado en doble fila.

Su cuerpo se encorvaba
queriéndose proteger instintivamente
de la copiosa lluvia que caía
mojándole la chaqueta, 

 el rostro,
sus gafas sin parabrisas.

Al acercarse al coche me hizo un gesto afirmativo
indicándome que había conseguido la dirección
que salió a buscar,
le devolví una sonrisa agradecida,
pero mis ojos se arroparon de nostalgia:
ya no estaba en esa ciudad fría y amurallada
a la que tú me llevabas,
ya no rodábamos juntos por esa sinuosa carretera,
ya el tiempo y la distancia nos había separado,
y ya no olerías mi cabello humedecido por la lluvia
ni mi piel sentiría tus dulces caricias.
Fue en ese instante cuando me pregunté
si yo seguía siendo la misma.


martes, marzo 06, 2007

DECEPCIÓN



Si es preciso partiré nuevamente de cero,
dejaré mi esfuerzo del trabajo realizado
en los bordes de esos raíles por donde camino,
y continuaré viaje en soledad
sabiendo que me esperan miedos,
golpes de decepciones,
algunas desilusiones
que deberé afrontar una vez más.

Con el consuelo de volver la vista atrás
para revisar mi historia,
como me enseñaste tú hace años
sin saber que aunque no estaba en el temario
esa fue tu mejor lección,
en aquella habitación donde tu mirada azulada
se derretía embelesada dentro de la mía.

Y con la certeza de volverme a encontrar
a la vuelta de alguna curva de mi camino
ángeles sin alas
como siempre lo fuiste tú conmigo.